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César Cigliutti: la lucha por los derechos humanos siempre fue una cuestión de lazos humanos

Actualizado: 6 jul 2021

Cuando un activista de la talla de César Cigliutti se va, lo más difícil es hablar en pasado. El legado de César sigue latiendo en la comunidad, como insistía en nombrarla, en la comunidad del orgullo político, en la comunidad de los lazos personales que seguiremos trenzando.


Por Marina Mariasch

Publicado en LatFem







César tenía sus obsesiones. En los 90 fue el orgullo. Una palabra que tuvo cierta resistencia y hasta fue objeto de debate incluso dentro de la misma comunidad Lgbtiq+. La cosa fue así. Era 1992, Carlos Jáuregui y él planeando la primera marcha en la casa de César y Carlos propuso hacer una marcha con la palabra “dignidad”, que se había usado durante muchos años en Argentina. César pensó ya era hora de usar la palabra “orgullo”, que además es lo que significa la traducción del inglés pride. Orgullo como el antónimo de la vergüenza, el sentimiento que quisieron imponer sobre las identidades lgtbiq+. Después de muchas discusiones, la palabra orgullo de a poco se fue arraigando hasta constituirse en un tema de identidad. Ese es uno de los legados más potentes del querido César Cigliutti.

Junto a otrxs, muchxs, no siempre en acuerdo, muchas veces en debate, trabajó siempre en la línea de construir los derechos de la comunidad lgtbiq+ en el marco de la lucha por los derechos humanos, algo que parece evidente pero que implica un posicionamiento político por el que hubo que militar. En aquella primera marcha, que fue en invierno como en la fecha del hemisferio Norte, hacía frío, había un megáfono y había máscaras, porque en esa época aparecer en un medio público tenía consecuencias, como que te echaran de tu casa, o que directamente te despidieran del trabajo. Año a año se fue duplicando la convocatoria de ese enorme símbolo que es hoy la Marcha del Orgullo y que se gestó, en parte, en la casa de César.

Últimamente, la palabra que lo obsesionaba era “comunidad”. Para César la lucha por los derechos siempre se trató de una cuestión de lazos humanos, de un tema entre personas. Una cuestión de identidad, una cadena de derechos humanos. La conquista de los derechos que en Argentina fueron vanguardia, como fue la Unión Civil, el Matrimonio Igualitario, la ley de Identidad de Género, fue todo un proceso que empezó dentro de la militancia, esa militancia en la que César fue parte y faro. Una lucha casi épica, una lucha contra años de instituciones de discriminación histórica. La batalla se ganó porque frente a “todos los derechos para todas las personas” no hay ningún argumento.

Presidente de la CHA, hizo un trabajo internacional, sobre todo en relación a Latinoamérica, hay una cosa identitaria que tiende redes de relación cercana. Y también haber sido de avanzada en la región dio la responsabilidad de ser esa pieza del dominó que acompañe a lxs demás.

Los tiempos de pandemia no apagaron sus fuerzas como lo hizo el macrismo, que lo dejó un tanto derrotado. Con el triunfo de Alberto se levantó de las cenizas y recobró el espíritu de lucha. En la cuarentena repartía bolsones de alimentos y artículos sanitarios a más de 2000 personas lgtbiq+ en situación de vulnerabilidad, en el marco de la campaña Nos cuidamos entre todes. Lo hacía junto a las organizaciones que integran Orgullo y Lucha, y junto a Marcelo, su amor compañero.

Lo desvelaba la vulnerabilidad de la población travesti trans, tenía la energía puesta en el proyecto de una ley de Cupo Laboral Trans, para el que hicieron alianza más de 150 organizaciones de todo el país. Esa era una de las cuestiones pendientes para él. Había puesto fuerzas en la ley antidiscriminatoria, la identidad de género, la ley de donación de sangre para personas lgtbiq+, y después también en actualizar la ley de SIDA, entre otras. Cuando un activista de la talla de César Cigliutti se va, lo más difícil es hablar en pasado. La frase del gran Carlos Jáuregui, “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”, quedó inmortalizada y es un ícono para la comunidad. El legado de César sigue latiendo en la comunidad, como insistía en nombrarla, en la comunidad del orgullo político, en la comunidad de los lazos personales, de los lazos que enseñaron a crear Lohana, Diana, Carlos, César, y que seguiremos trenzando.

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