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Un nuevo Chile está naciendo

Actualizado: 1 jul 2021

El último fin de semana se llevaron adelante las “mega-elecciones” en Chile que expresaron el rechazo a la derecha y pusieron las bases de lo que será la nueva Constitución. ¿Cuáles son las novedades? ¿Cómo queda el mapa político chileno? ¿Qué desafíos nuevos se abren en el país?


Por Lucas Villasenín


En los momentos de crisis orgánicas se suele repetir el lema gramsciano: “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”. El proceso político chileno ha dado pasos acelerados en terminar con el pasado de la Constitución pinochetista y en abrir el camino a las fuerzas que proponen nuevas agendas y un cambio sobre los valores que predominaron durante décadas.





El 25 de octubre de 2020 el 78% de los chilenos y chilenas decidían abrir el proceso para escribir una nueva Constitución dando por terminada aquella que se aprobó en 1980 bajo la dictadura de Augusto Pinochet. El abrumador resultado dio por terminado institucionalmente lo que en las calles se había terminado con las movilizaciones de 2019 (que luego, la pandemia había dejado en suspenso).


El último fin de semana se llevaron adelante las llamadas “mega-elecciones”. Se eligieron un total de 155 convencionales constituyentes que diseñarán el nuevo mapa institucional durante los próximos meses. Además, se eligieron por primera vez gobernadores en 16 regiones. Y también se eligieron alcaldes y concejales para las 346 municipalidades del país. El plebiscito de 2020 había dejado dos incógnitas: por un lado si la voluntad transformadora se mantendría en la conformación de la Convención Constituyente, por otro lado de qué manera se ordenaría el nuevo mapa político del país. Estas “mega-elecciones” dieron respuestas contundentes a ambas cuestiones.


El poder de veto está en el campo popular


Se eligieron 155 integrantes de la Convención Constitucional en 28 distritos bajo las condiciones que se fijaron en el plebiscito de 2020 (100% de representantes directos) y las regulaciones que establecían paridad de género (con un mínimo de 45% de mujeres) y 17 convencionales de los pueblos indígenas. Un dato relevante es que de los 1.300 candidatos y candidatas, el 40% eran independientes de los partidos políticos.


65 de los 155 convencionales electos (41% del total) no pertenecen a ninguno de los partidos políticos que están inscriptos en el país. Estas candidaturas independientes fueron la gran novedad de las jornadas electorales. Entre estos convencionales hay 25 que integraron las listas de Nueva Constitución y Del Pueblo que fueron plataformas formadas para postular candidaturas independientes, en la mayoría de los casos ligadas a los recientes procesos de movilización política. Un dato no menor es que los 17 convencionales de los pueblos indígenas también serán independientes.


La lista Del Pueblo propone un “Estado ambiental, igualitario y participativo”, se define en contra del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y también tiene algunos antecedentes en las luchas contra las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP). Entre algunos de los requisitos para sus candidaturas se encuentran no contar con antecedentes de corrupción ni violencia de género. En su propuesta metodológica se encuentra refrendar las decisiones de la Convención en asambleas del pueblo en cada distrito impulsando la participación ciudadana. Las listas Del Pueblo lograron 27 convencionales.


El orden político de una política en crisis


A pesar de este extraordinario fenómeno electoral el mapa político puede ser reconstruido. De las 70 listas de candidatos constituyentes solo tres han presentado candidaturas en los 28 distritos y estas representan a los espacios a partir de los cuales se puede entender parcialmente el orden político de una política en crisis.



“Vamos por Chile” fue la plataforma de los partidos tradicionales de la derecha (Renovación Nacional, Evópoli y la UDI) que llegó debilitada por la referencia del presidente Piñera y las divisiones internas. Aspiraba a alcanzar 1/3 de los convencionales (52 del total) para imponer bloqueos y condiciones en la redacción de la nueva Constitución. Su fracaso es estrepitoso: apenas consiguió 37 representantes.


Las fuerzas de la oposición que expresaban a la vieja Nueva Mayoría que gobernó con Michelle Bachellet se agruparon en torno a “Apruebo”. En este espacio se unieron los partidos tradicionales como el Partido Socialista, la Democracia Cristiana, el Partido Radical, Partido Por la Democracia, PRO y el Partido Liberal. La aspiración de este espacio era liderar la oposición. Este objetivo no se cumplió.


“Apruebo Dignidad” fue efectivamente el espacio político triunfador de la jornada alcanzando 28 convencionales (3 más que “Apruebo”). El liderazgo de la oposición ahora queda del lado del Frente Amplio y del Partido Comunista, teniendo en cuenta que este último decidió romper con sus ex socios de Nueva Mayoría permitiendo que este resultado sea posible.


Los resultados finales de la elección a convencionales constituyentes dejaron tres conclusiones claras:

  • La derecha no alcanzó el 1/3 al que aspiraba. No llegó a los 52 convencionales.

  • El Frente Amplio junto al Partido Comunista emergió como la principal referencia opositora. Al interior de este espacio el Frente Amplio salió fortalecido tanto por sus propios éxitos electorales como por su posibilidad de dialogar con sectores por fuera de la política tradicional.

  • La aparición de candidaturas independientes surgidas del proceso de movilización social permitió irrumpir a nuevos actores políticos. Este espacio incluye sectores ideológicamente más cercanos al espacio del Frente Amplio y el PC, aunque también es sumamente diverso y heterogéneo. Estos convencionales independientes serán clave para que unidos se alcance 1/3 para vetar reformas regresivas y se mantenga un vínculo con la movilización callejera. En los próximos nueve meses se va a redactar el nuevo texto constitucional y las fuerzas vivas del proceso de movilizaciones de 2019 están en condiciones de tener protagonismo en ese proceso.

Una nueva geografía del poder sin la derecha


Por primera vez se eligieron en el país gobernadores en 16 regiones. El contexto de crisis evitó que fueran elecciones en las cuales se puedan sacar conclusiones ajenas a las mismas crisis de los partidos tradicionales y del oficialismo en el país.


Solo en tres regiones resultaron electos gobernadores en primera vuelta al superar el 40% de los votos. En Valparaiso, la segunda región más populosa del país, triunfó Rodrigo Mundaca con una candidatura independiente apoyada por el Frente Amplio. En Aysén ganó Andrea Macías, una candidata feminista del Partido Socialista. En Magallanes llegó a la gobernación Jorge Flyes con una candidatura independiente en la lista apoyada por Unidad Constituyente (la plataforma liderada por el Partido Socialista, PRO, Partido Radical, Partido Por la Democracia, etc.) y también por el Frente Amplio.


En 13 regiones habrá segunda vuelta el 13 de junio. En 11 de estas elecciones habrá candidaturas de Unidad Constituyente, en 7 habrá presencia de independientes y solo en una de ellas habrá un candidato del espacio Chile Vamos (en De Los Ríos). Uno de los focos de atención de la segunda vuelta estará puesto en la Región Metropolitana, la más populosa del país. Allí la candidata del Frente Amplio, Karina Oliva, se enfrentará en el ballotage a Claudio Orrego que pertenece a la Democracia Cristiana.


La derecha ha sido la gran derrotada también en las elecciones regionales y parece excluida de esta nueva geografía del poder. La centro-izquierda demuestra aún una gran presencia territorial mientras que las candidaturas independientes mantienen una expresión significativa. La dirección de las regiones será sumamente diversa en el nuevo Chile.


En los municipios también hay cambios


Durante el fin de semana también se votaron alcaldes y concejales en 346 municipalidades. La novedad (al igual que en las otras elecciones) es el éxito de las candidaturas independientes. En 2016 habían ganado las alcaldías 52 candidatos independientes, esta vez lo hicieron 106.



En las elecciones a alcaldes la centro izquierda mantuvo buena parte de su poder territorial. La Democracia Cristiana logró 46 alcaldes (sumando tres), el Partido Socialista 22 (perdiendo tres), el Partido por la Democracia 26 (perdiendo 10) y el Partido Radical 11 (sumando dos). El espacio de la histórica centroizquierda chilena sumó 125 alcaldías alcanzando un número similar al de 2016.


Fue una buena elección del Frente Amplio y el Partido Comunista que se impusieron en los municipios más populosos del país. El precandidato presidencial Daniel Jadue fue reelecto con el 64,1% en el municipio de Recoleta. Jorge Sharp también fue reelecto con una amplia ventaja en Valparaiso. Irací Hassler, candidata del Partido Comunista logró un histórico triunfo en Santiago. El Frente Amplio también triunfo en Ñuñua y en Vina del Mar. El Frente Amplio logró 11 alcaldes y alcaldesas y el Partido Comunista 6.


Chile Vamos perdió muchas de las 146 alcaldías que gobernaba. La UDI solo alcanzó 33 alcaldías (20 menos que en 2016) y Renovación Nacional 32 alcaldías (15 menos). Solo 23 candidaturas independientes llegaron a triunfar apoyadas por Chile Vamos (en 2016 eran 45). Las derrotas se dieron en bastiones históricos de la derecha como Santiago y Viña del Mar.


Los desafíos en el nuevo Chile


Estos resultados electorales fortalecen a “lo nuevo” (candidaturas independientes, movimientos sociales, a los nuevos partidos expresados en el Frente Amplio, etc.) que se expresó en las movilizaciones de la última década en Chile y particularmente a partir del estallido de octubre de 2019. También claramente se vieron beneficiadas las fuerzas de izquierda en general por sobre la derecha aglutinada en Chile Vamos que sale de esta “mega-elección” muy debilitada.


El 25 de noviembre los chilenos y las chilenas elegirán a un nuevo presidente y el 19 de mayo se deben inscribir candidatos a las primarias electorales. De los tres principales espacios políticos del país el más sólido luego de estas elecciones es el que representan Daniel Jadue (del Partido Comunista) y Gabriel Boric (del Frente Amplio), que competirán en una interna.


La centro-izquierda no cumplió con sus expectativas, fue dividida y quedo más desbalanceada aún por la ventaja que logró el Partido Socialista en cantidad de convencionales. Hasta últimas horas los socialistas debatirán si serán parte de las internas del devaluado espacio de centro-izquierda o irán en otras internas junto al Frente Amplio y el Partido Comunista.


A excepción de Daniel Jadue y Gabriel Boric no fue un buen fin de semana para los candidatos presidenciables de la oposición. Pamela Jiles, que encabeza algunas encuestas y lidera el Partido Humanista, rompió la veda electoral insultando a Piñera y pidiendo el voto para su marido en la región Metropolitana. Le fue mal: Pablo Maltés apenas cosechó el 10,7% de los votos. La Democracia Cristina, con su candidata presidencial Ximena Rincón, reconoció la derrota en sus principales apuestas. Aspiraban a ser la principal fuerza política de la Convención y quedaron demasiado lejos con solo 3 convencionales. Otras candidaturas debilitadas son la de Heraldo Muñoz del Partido por la Democracia, Carlos Maldonado del Partido Radical y Paula Narváez del Partido Socialista.


Al Frente Amplio y al Partido Comunista se le plantea el desafío de liderar la oposición con dos tareas distintas y complementarias. El primero de estos desafíos tendrá una respuesta el 18 de julio cuando sean las primarias presidenciales y parlamentarias. Este espacio deberá buscar articular con la centro-izquierda de cara a la próxima elección presidencial y parlamentaria para derrotar a la derecha. Y el segundo desafío de cara al proceso constituyente se dará frente a las candidaturas independientes y las plataformas como la lista Del Pueblo, con las cuales deberá articular este espacio para que sus planteos prosperen en la elaboración de la nueva Constitución.


En la última encuesta del Centro de Estudios Políticos (CEP), publicada a fines de abril, Piñera tuvo solo un 9% de aprobación (lo más bajo de su mandato). Su desaprobación alcanzó el 74%. Luego de las “mega-elecciones”, sin candidatos alrededor y solo con sus funcionarios, declaró: “la ciudadanía nos ha enviado un fuerte mensaje al gobierno y a todas las fuerzas políticas tradicionales. No estamos sintonizando adecuadamente con los anhelos y las demandas de la ciudadanía”. En un discurso muy preparado llamó al dialogo reivindicando la agenda ambiental, la igualdad de género y a los pueblos originarios.


Cualquier operación de transformismo político por parte de la derecha chilena pareciera carecer de buenos resultados. Vamos Chile tendrá su primaria electoral y el candidato con más chances de ganar la interna es Joaquín Lavín de la UDI. Con un discurso crítico de Piñera y reconociendo que estamos frente a un “nuevo Chile” buscar darle esperanzas a una derecha muy debilitada en las calles, en el gobierno y en la Convención Constituyente.

La elección presidencial, que probablemente lleve a un ballotage a fin de año, parece aún lejana con agitados meses de elecciones y debates constitucionales de por medio. El panorama electoral es aún incierto y ninguna encuesta brinda grandes certezas. El próximo presidente y los próximos parlamentarios tendrán que asumir reconociendo que Chile está cambiando y que gobernarán un país distinto al de las últimas décadas. Cualquier perspectiva de éxito desde la derecha hasta la izquierda, desde lo viejo hasta lo nuevo, tendrá la obligación de buscar entenderse con una nueva Constitución y una sociedad movilizada cuyas demandas fueron desoídas por el sistema político hasta hace pocos años.

A pesar de una participación de solo el 42,5%, que fue menor a la del plebiscito del año pasado, se logró que la Convención Constituyente tenga una amplia representación de la sociedad chilena y particularmente de muchos de los actores que fueron protagonistas de las movilizaciones de 2019. Este logró, para nada menor, deberá ser ratificado durante lo que quede del proceso constituyente y los próximos procesos electorales. La baja participación y la anti-política reinante en el país luego de décadas de Constitución pinochetista y neoliberalismo es uno de los principales desafíos para que el “nuevo Chile” sea más democrático que en el pasado.

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