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Colombia: los dos modelos de país que se enfrentan en el balotaje

Por Lucas Villasenin

Artículo publicado originalmente en El Destape | 17 de junio de 2022


Los candidatos que disputarán la presidencia este domingo representan distintas aspiraciones de un país dividido por su historia y sus expectativas de futuro.



La campaña electoral de cara al balotaje no dejó lugar a grandes confrontaciones cara a cara entre los candidatos por la negativa de Rodolfo Hernández a participar de los tradicionales debates televisivos o radiales. Pero, a pesar de ello, también se evidenció que los ex alcaldes de Bucaramanga (Hernández) y Bogotá (Gustavo Petro) representan a distintos sectores de la sociedad colombiana que se disputan el futuro del país en un escenario sumamente incierto.


En la campaña electoral los momentos de mayor tensión no llegaron por las acusaciones cruzadas sino por la vigencia en la vida política del país de otros actores con intereses en la disputa electoral. En el caso de Petro, su campaña se vio afectada por los videos que se difundieron de las reuniones entre dirigentes y estrategas de la campaña del Pacto Histórico. La difusión de los “Petrovideos” demuestra una infiltración sin precedentes en la campaña de Petro.


Parte del contenido difundido se vincula a la estrategia del Pacto Histórico en primera vuelta para disputar o romper los votos de otros candidatos como Sergio Fajardo o Federico Gutiérrez. Justamente los votantes de estos candidatos están en el centro de la disputa electoral de cara al balotaje.


Los videos fueron ampliamente difundidos por la Revista Semana del grupo Gilinski. Para nada casual resulta la devolución de favores entre Hernández y este grupo financiero y mediático. Esta semana Jorge Castaño, el superintendente financiero que acaba de habilitar una mayor presencia de los millonarios Gilinski en el Grupo Empresarial Antioqueño en una polémica operación de concentración empresarial, fue anunciado como futuro ministro de Hacienda por Hernández. Si bien no es unánime el apoyo de banqueros y grupos mediáticos a este candidato, el apoyo de la familia Gilinski se hizo evidente en estas semanas.


Por otro lado, la campaña de Hernández fue afectada por su trágica historia personal. En varias ocasiones el candidato recordó que su padre fue secuestrado por las FARC y que su hija, Juliana Hernández Oliveros, fue secuestrada y asesinada por el ELN. Esta exposición remitió a recordar que el empresario se negó a pagar por el supuesto secuestro de su hija lo cual siempre genera controversias. También, la vigencia mediática del caso, llevó a que el ELN emitiera un comunicado en el que se sostuvo que: “Nunca tuvimos retenida a Juliana Hernández Olivero”. Según los registros públicos la cédula de la hija de Hernández sigue activa y no está denunciada en la base de desaparecidos, lo cual también sirvió para reabrir los cuestionamientos éticos al candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.


A diferencia de la primera vuelta, cuando Petro suspendió actos por amenazas y se presentó protegido por placas antibala, el candidato que denuncia intentos de magnicidio ahora es Hernández. En esta ocasión en lugar de reforzar su seguridad, Hernández decidió viajar a Miami y permanecer afuera del país para evitar los riesgos que habría para su vida. El candidato que irrumpió en estas elecciones, acusó al grupo político de Petro de ser responsable de las amenazas que habría recibido.


Más allá de las curiosidades presentes en la campaña de ambos candidatos hay diferencias profundas presentes en sus mismas biografías. Hernández se presenta como un empresario exitoso frente a un político que hace décadas “vive” cobrando un salario del Estado. Mientras que Petro representa la historia de vida de sectores políticos excluidos que se enfrentan a quienes durante décadas amasaron fortunas (como Hernández) y ostentaron privilegios en un país en guerra.


En las redes sociales también se evidencian las distintas apuestas de los candidatos: Petro demuestra allí su cercanía con los trabajadores y su recorrido por las diversas regiones donde hay un contacto directo con las poblaciones. En contraposición, Hernández, se presenta como el “Rey del Tik Tok”, habla en contra de la dirigencia política, reproduce mensajes de apoyo de seguidores y hace llamados a la acción de una manera original que

fortalecen la construcción de su perfil de “outsider”.


Una coincidencia entre ambas campañas se da también en la disputa del voto de las mujeres para lo cual tienen gran protagonismo las candidatas a la vicepresidencia, Francia Márquez y Marelen Castillo. Alguna de ellas dos será la primera integrante de la comunidad afrocolombiana en ocupar ese cargo en la historia colombiana.


Las diferencias entre ambas candidatas también están a la vista de todos. Mientras Castillo no hace del racismo una cuestión estructurante de su discurso, Márquez sí se encarga de remarcarlo en todas sus intervenciones. La candidata a vicepresidenta de Hernández resalta su experiencia como profesional de la educación ajena a la política. Y, en contraposición, la candidata del Pacto Histórico resalta reiteradamente su historia de militancia ambiental y de sufrimiento por las persecuciones.


Estas diferencias visibles en la campaña electoral expresan a sectores del país distintos y a veces antagónicos tal como lo expresa el informe post-electoral elaborado por la Universidad de Avellaneda y el Instituto Democracia. El informe ofrece un minucioso análisis del resultado del 29 de mayo en el que se remarca la continuidad histórica entre los votos de esta elección y las pasadas.


Por un lado, se encuentran las regiones del Caribe, el Pacífico, la Amazonia y Bogotá que históricamente le dieron el apoyo a alternativas al uribismo. Y, por otro lado, están las regiones de la Orinoquia y de los Andes que han demostrado ser el bastión del proyecto uribista y que en la última elección le dieron un gran apoyo a Hernández.


Las diferencias hacen referencia a “dos Colombias” polarizadas por niveles de ingresos, marcas de violencia a lo largo de la historia reciente, identificaciones raciales y anhelos futuros. En las las campañas de Petro y de Hernández está en disputa la apropiación del sentido del cambio que anhelan la mayoría de colombianas y colombianos. Pero la identificación de dónde vienen los apoyos para cada candidato muestran que se trata de distintas perspectivas de transformación.


Mientras que Petro tiene sus principales apoyos entre quienes buscan una alternativa al guerrerismo uribista y en el modelo económico neoliberal a partir de un recorrido histórico de los últimos procesos electorales; Hernández expresa otro tipo de cambio. El ex alcalde de Bucaramanga cosecha su perspectiva de cambio en sectores que han apoyado al uribismo y ya no le dan fiabilidad ni a los partidos tradicionales ni al Centro Democrático de Uribe.


Una frase común entre los votantes del Pacto Histórico resume este dilema sobre el cambio: “Para votar a Petro no hace falta ser petrista, sino ser inteligente”. El cambio que propone el Pacto Histórico, acusado de populista e irracional hasta hace pocos meses, se transformó en la principal opción “racional” para quienes buscan una ruptura con el orden social y político que imperó en las últimas décadas.


Mientras que el cambio que propone Hernández se transformó en la opción “irracional” para los dilemas abiertos durante los últimos años. De alguna manera, es apropiado sostener que Hernández, con su perfil sumamente irracional y grotesco y con su despliegue permanente de ignorancia reconocida sobre los más diversos temas o su anti-política activa es el reflejo de una parte del país a la que le aterra el cambio que representa

Petro pero que usa la idea de cambio como una herramienta desesperada para enfrentarlo.


Las encuestas de la última semana expresan el escenario incierto que se vive en Colombia. La mayoría de ellas no permiten establecer ninguna diferencia lo suficientemente amplia a favor de alguno de los candidatos. La única excepción es la última encuesta de YanHaas que marca una ventaja a favor de Petro luego de un descenso en el apoyo a Hernández respecto al anterior sondeo de la misma empresa.



Este domingo los colombianos y las colombianas elegirán a su próximo presidente y la movilización a favor de cada candidato será nuevamente la clave para definir el resultado en un país donde prácticamente la mitad de quienes están en el padrón electoral no asisten a ejercer su derecho. Petro apuesta a movilizar a más votantes que no lo hicieron en la elección del 29 de mayo mientras que Hernández espera contar principalmente con la movilización de la mayor parte posible de los votantes de Fico Gutiérrez en la primera vuelta.


Para el cierre de la jornada electoral también será importante tener en cuenta que las acusaciones de fraude y el estrecho margen que puede haber entre los candidatos podría impedir que el conteo rápido arroje un resultado definitivo. Un antecedente reciente es la diferencia a favor de 500.000 votos de votos del Pacto Histórico en el conteo definitivo de marzo que le permitió tener más senadores. La incertidumbre con la que se llega a este balotaje no tiene precedentes en la historia reciente de una Colombia dividida en las expresiones de sus aspiraciones de cambio.


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