Instituto Democracia
Chile 2021: una primera vuelta entre el cambio y la reacción

Con el 99,99% de mesas escrutadas, las elecciones generales llevadas a cabo el domingo 21 de noviembre en Chile dieron como ganador al candidato de ultraderecha José Antonio Kast con el 27,91% de los votos. Detrás de él se posicionó el candidato de la nueva izquierda Gabriel Boric Font, con el 25,83%. Estos resultados llevan a definir al próximo presidente el 19 de diciembre en una segunda vuelta cuyo resultado se encuentra totalmente abierto.
Las elecciones en números
La participación en el proceso electoral fue del 47% del padrón registrado.
José Antonio Kast, el candidato ultraderechista del Partido Republicano, alcanzó el 27,91% de los votos.
Gabriel Boric Font, candidato de CS - Apruebo Dignidad, alcanzó el 25,83% de los votos.
Javier Parisi, candidato liberal del Partido de La Gente, que realizó su campaña enteramente desde los Estados Unidos, alcanzó un sorpresivo tercer lugar con el 12,80% de los votos.
Sebastián Sichel, candidato de Chile Vamos y heredero político de Sebastián Piñera, quedó en cuarto lugar en un empate técnico con Parisi, con el 12,78% de los votos.
La candidata por la coalición Nuevo Pacto Social (antigua Concertación), Yasna Provoste, quedó en quinto lugar con un 11,61%.
Marco Enriquez Ominami, referente del Partido Progresista, logró el 7,61% de los votos.
¿Qué sucedió en la Cámara de Diputados?
Chile Podemos + (oficialismo): 53 escaños
Nuevo Pacto Social: 37 escaños
Apruebo Dignidad: 36 escaños
Frente Social Cristiano (Partido Republicano + Partido Conservador Cristiano): 15 escaños
Partido de la Gente: 6 escaños
Dignidad Ahora (Partido Humanista + Partido Igualdad): 3 escaños
Partido Ecologista Verde: 2 escaños
Independientes Unidos: 1 escaño
¿Y en el Senado?
Chile Podemos +: 12 senadores
Nuevo Pacto Social: 8 senadores
Apruebo Dignidad: 4 senadores
Frente Social Cristiano: 1 senador
Tres elementos: fragmentación, desborde desde los extremos y alerta en la representatividad política
Desde octubre de 2019, Chile se ve movilizado por revueltas populares que exigen cambios profundos en materia económica, cultural y política. El plebiscito para la reforma constitucional, aprobado por una amplia mayoría, y la elección de la Convención Constituyente, fueron los principales canales institucionales hacia los que derivaron las protestas sociales. ¿Cómo pudo ser posible que esa misma sociedad, sólo unos meses más tarde, eligiera en primer lugar a un candidato explícitamente adversario de todo ese proceso? Se trata del interrogante central para analizar los resultados de la primera vuelta.
Hay un primer elemento que conecta directamente el resultado electoral con la situación previa y es la importante fragmentación del sistema político chileno: cinco fuerzas superaron el diez por ciento de los votos emitidos, mientras que ninguna alcanzó el treinta por ciento. La fragmentación llama la atención particularmente en Chile porque es un rasgo que se había encontrado ausente desde la salida de la dictadura, poco más de treinta años atrás.
El “duopolio” se había alternado en el gobierno por décadas, asentado en los consensos escritos -en la letra de la Constitución pinochetista vigente hasta la actualidad- y no-escritos, de una alternancia con fuertes rasgos conservadores. Si algo dejaron en claro estas elecciones, es que esa situación ya no existe. Al mismo tiempo, las proporciones de los votos no se replicaron en el poder legislativo, por lo que el nuevo presidente, cualquiera sea, no gozará de una bancada propia mayoritaria en ninguna de las dos Cámaras.
El paso a segunda vuelta de opciones que cuestionaron desde los extremos a las grandes coaliciones de centroizquierda y centroderecha puede ser pensado como un proceso de hundimiento del centro político. Los votantes chilenos se volcaron hacia las opciones que más distancia encuentran entre sí: por un lado el candidato del Partido Republicano José Antonio Kast, exponente de la ultra-derecha, partidario de las políticas anti-inmigración y ligado a liderazgos como el del presidente brasileño Jair Bolsonaro; por el otro, Gabriel Boric Font, candidato de Apruebo Dignidad, ex-dirigente estudiantil de 35 años de la región de Magallanes y parte del Frente Amplio, coalición nacida de las protestas universitarias que sacudieron la modorra del país trasandino a lo largo de los últimos quince años. En ambos casos se produjo una suerte de “sobrepaso” o de interna: dentro del campo de la derecha, tal como sucede también en otros países de Occidente, se impusieron los discursos más duros, en este caso aprovechando el desgaste del actual oficialismo; en el campo de la izquierda, por su parte, finalmente la coalición entre el Frente Amplio y el Partido Comunista logró el objetivo de acceder al ballotage que, hace cuatro años, el primero, solo por su cuenta, no había conseguido mediante la candidatura de Beatriz Sánchez.
Volviendo al interrogante planteado, puede trazarse la hipótesis de que el resultado se puede interpretar, precisamente, al interior de la nueva etapa que abrieron las revueltas populares desde octubre de 2019. Si Boric representa como candidato la apuesta principal a la profundización de los cambios iniciados, Kast en cambio aparece como el candidato más efectivo para absorber las demandas de orden en medio de una sociedad convulsionada. Kast no es, entonces, solamente una cara que renueva la derecha chilena tras el desgaste del presidente Piñera, sino fundamentalmente la expresión virulenta de la reacción al proceso popular abierto hace dos años. Las urnas dejaron en evidencia, si esta hipótesis es cierta, un aspecto poco visible hasta ahora del proceso social en curso: la existencia de una importante porción de la sociedad que ve con temor y con hostilidad el sendero de cambios.
Finalmente, el tercer elemento que debe ser resaltado es la continuidad de la baja participación electoral, que marca el mantenimiento de una distancia muy importante entre la sociedad y el conjunto del sistema político. Siempre es difícil interpretar los números de la abstención, pero en este caso no solamente se trata de guarismos que se continúan en el tiempo a lo largo de los últimos años, sino que además se combinan con el éxito de Parisi, cuyo tercer lugar puede ser pensado fundamentalmente como una expresión de rechazo contra la dirigencia política. Con una campaña realizada de manera completamente virtual y sin pisar territorio chileno por causas judiciales abiertas en su contra, Parisi construyó su discurso alrededor de una postura anti-política.
Hacia la segunda vuelta
El ballotage que se realizará el próximo 19 de diciembre decidirá quién convivirá desde el Palacio de la Moneda con el proceso constituyente que se encuentra en pleno proceso de modificación de la Carta Magna heredada de la dictadura pinochetista. Tan crucial elección requerirá a ambos candidatos generar una propuesta atractiva para los votantes de las demás fuerzas que quedaron en el camino.
En el caso de Boric, uno de sus desafíos centrales será lograr movilizar al electorado de las otras opciones progresistas. Si bien a primera vista es razonable creer que podrá hacerlo ante la amenaza que representa desde su punto de vista un triunfo de Kast, e incluso porque la propia Provoste -quien declaró que no hay lugar para la neutralidad y llamó a apoyar a Boric- y también Enríquez Ominami -quien convocó a construir un frente contra la ultraderecha- fueron claros en su rechazo a Kast, al mismo tiempo es preciso tener en cuenta que el candidato de Magallanes solamente consiguió en la primera vuelta replicar el número absoluto de votantes que habían participado de las primarias de Apruebo Dignidad (en las que se impuso a Daniel Jadue, candidato del PC). Es decir, de las primarias a la primera vuelta no aumentó la movilización de su electorado.
Pero aunque cumpla ese primer objetivo plenamente, sería insuficiente para imponerse a Kast. Tanto la convocatoria a nuevos votantes -dos puntos porcentuales y medio separan la participación electoral en la primera vuelta respecto del reciente plebiscito constitucional- como la seducción de votantes de Parisi, e incluso de Sichel, será central para construir una mayoría en la segunda vuelta. ¿Es posible que eso suceda? Particularmente en el caso de los y las votantes de Parisi se centran las mayores expectativas.
Una vez centrado el proceso electoral en la elección entre dos propuestas, la polarización electoral será la que determine los próximos pasos de un país que se encuentra transitando una época de cambios. Kast aparece como representación directa de la reacción ante ellos, por lo que su desafío central pasa por construir una mayoría detrás de la promesa de que ponerle un freno a los cambios puede dar lugar a la restauración de un orden social y político suficientemente legítimo y estable. Boric, por su parte, afronta el desafío de sustentar y profundizar el proceso de cambios buscando neutralizar y dar respuestas ciertas a los temores de quienes los perciben como una amenaza a su forma de vida.
La noche del 19 de diciembre se develará el misterio.